Al devenir composición sonora, Pato verde toma los rasgos de una experiencia neta. Invita al público a hacer un corte en el tiempo, adoptar una posición de descanso sobre grandes almohadones y entregarse a escuchar. En la extensa espesura de los esteros del norte argentino, dos niños se enamoran. La Niña Sola no puede ver el sol, su piel transparente no soporta la luz. El Niño enamorado, con sus brazos cubiertos de escamas, no puede tocar a la niña, y por ello cría para ella un pequeño pato verde. Con cautela, la historia se construye sobre la aspereza del monte, la oscuridad de los agrotóxicos y la ternura infinita del amor que guía a los personajes. La obra se transforma en un canto, en una mixtura que parte del cuento mágico para transformarse en leyenda trágica donde quedan, sonando confundidas, las notas de la inevitable muerte y del amor encantado de la infancia.